miércoles, 18 de febrero de 2009

Lo peor de todo son esos horribles crucifijos hechos con pinzas

Alfaguara reedita la primera novela de Ray Loriga, mitad retrato de una generación y mitad puñalada en esa parte del corazón en que reside la melancolía.

Lo peor de todo, comienza Loriga su novela, no son las horas perdidas, ni el tiempo por detrás y por delante, lo peor son esos espantosos crucifijos hechos con pinzas para la ropa, y uno no puede evitar empezar a ponerse melancólico, porque así es la prosa del madrileño: un gusto para el alma y los sentidos pero también una bocanada persistente de tristeza que, línea a línea, va apelando al nihilista que todos tenemos en nuestro interior.

Ray Loriga irrumpió en el panorama literario nacional durante el olímpico año de 1992 con Lo peor de todo, aunque pronto comenzó a oírse su nombre por toda Europa, no sólo por el instantáneo éxito de su primera novela, sino también como ejemplo de la llamada Generación X, tan de moda en aquellos tiempos.

El nombre del protagonista es Elder Bastidas, aunque reconoce que no es el suyo, sino que lo robó de la placa de un miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y apenas consigue enmascarar a un Loriga casi autobiográfico en algunas partes, y autobiográfico del todo en otras.

Lo peor de todo habla principalmente de la infancia. No de una infancia feliz, aunque tampoco de una infancia especialmente desgraciada. Habla de una infancia sin rumbo que sólo puede desembocar en una juventud con menos rumbo todavía, ocupada por un trabajo sin sentido ni interés tras otro, y por los recuerdos de T, esa chica para la que el quererla con locura al final no fue suficiente. Habla mucho del colegio. De los partidos de futbol y de las peleas en el recreo, de los elefantes de escayola y los crucifijos de madera que se hacían en clase de manualidades. De un hermano mayor que entraba y salía de los manicomios, de la guerra de Vietnam y de los tebeos de Shang-Chi, el maestro del Kung-fu.

Habla de muchas cosas, pero sobre todo habla de nosotros, de la tristeza inherente a una generación sin rumbo que pasa por la vida sin esperar hacer grandes cosas. Sin poder, querer o intentar cambiar un mundo que no nos gusta mucho pero que tampoco está tan mal.

La historia de Elder/Ray es también la nuestra, por lo menos en parte, y por eso es mucho más que recomendable hacerse con esta novela, descatalogada e inencontrable hasta ahora.

Ray Loriga (Madrid, 1967)

Novelista, guionista y director de cine, es autor de las novelas Lo peor de todo,Héroes, Caídos del cielo, Tokio ya no nos quiere, Trífero, El hombre que inventó Manhatan y Ya sólo habla de amor (su última novela, publicada por Alfaguara a finales del año pasado), y de los libros de relatos Días extraños y Días aún más extraños. Su obra literaria, traducida a catorce idiomas, es una de las mejor valoradas por la crítica nacional e internacional. Como guionista de cine ha colaborado, entre otros, con Pedro Almodóvar (Carne trémula) y Carlos Saura (El séptimo día). También ha dirigido La pistola de mi hermano (adaptación libre de su novela Caídos del cielo) y Teresa, el cuerpo de Cristo.


Publicado originalmente por un servidor en OcioZero.com

miércoles, 4 de febrero de 2009

Una de elfos...

Pequeño y lisérgico relatillo que hice para un reto de la fallecida Ociojoven (y rápidamente resucitada en OcioZero.com)...


NO ES QUE NO ME CREA QUE ES USTED UN ELFO, le dije al tipo mientras trataba de adivinar qué pasó durante el pedazo de noche comprendido entre el decimonoveno cubalibre de sucedáneo de ron con cola y mi despertar en esta zanja, está claro que tiene usted orejas puntiagudas, ojos claros y toda la pesca, pero es que en las películas nunca salen elfos haciendo de basureros.
Un error, contestó sin suspender su actividad, barriendo hojas secas y recogiendo cachivaches rotos para a continuación tirarlos en un gran cubo que tenía un dibujo en esprái de un enano siendo perculizado. Piense usted que si no hubiera elfos basureros, las calles de nuestras ciudades estarían llenas de mierda. También hay elfas prostitutas y elfos sepultureros, porque alguien tiene que amortajar a los muertos, aunque con nuestra exagerada esperanza de vida, no se puede decir que sea un trabajo muy lucrativo...

En la enciclopedia élfica, me contó, los sepultureros elfos se definían como los tipos menos trabajadores de toda su raza, y había un montón de diagramas explicativos del por qué.
Le di las gracias por la información y le pregunté dónde estaba el bar más próximo. Él me lo dijo y se despidió, mientras barría un montón de quincalla del suelo, tuercas, clavos, bujías y hasta una bayoneta.

Yo encendí un cigarro y me dirigí al bar, dispuesto a seguir bebiendo hasta despertarme en mi cama o en algún portal de una ciudad que me resultase algo más conocida.